¿No puedo aceptar la felicidad?
Watanuki preguntó tímidamente si era verdad.
“¿Felicidad?” La pregunta me intimido.
No porque no supiera que decir, sino porque esas palabras seguido las
tenía en mi mente.
Eran…
…tan exactas.
“Esto es … tan repentino. Yo…” estaba balbuceando tratando de encubrir
mis mentiras.
“Mm…” Watanuki no estaba del todo confiado en sus propias palabras.
“Si”, pronuncio mientras se rascaba la cabeza torpemente.
Mirándome.
O quizá…
…mirando mi hombro.
Raro. Como si pudiera ver algo sobre el.
Como si quisiera ver algo sobre él.
¿Hay algo en el?
Gire mi rostro hacia mi hombro… pero no había nada. ¿Qué puede ser
entonces? ¿Hay algo en mi hombro sin que me de cuenta?
En mi hombro…
¿Fue el hombro izquierdo o derecho, el que los fantasmas escogieron?
Si, debe ser eso.
“Es decir… una vida normal, felicidad normal… ¿puedes aceptar ese tipo
de cosas para ti?
Watanuki trataba de explicarlo de una manera diferente. Pero decía lo
mismo –como un estudiante de preparatoria que sólo repite el contenido de un
libro que pidió prestado de la biblioteca. Pronuncio esas palabras sin siquiera
saber el significado que tienen.
Palabras que le dijo alguien más.
Eso pienso.
…“si”, dije mientras asentía con la cabeza.
El día anterior…
Este chico, Kimihiro Watanuki vino a visitarme. Aparentemente estuvo
detrás mío cuando me arroje a los autos. Estaba ahí por compras o trabajo, tal
vez los dos. Posiblemente por eso se me hace tan familiar. Ese adorable rostro estuvo
conmigo. No recuerdo mucho después del accidente, pero lo recuerdo a él; la
memoria humana es algo tan extraño.
Pero, es un entrometido.
Llamo una ambulancia… eso fue bueno, incluso fue suficiente; hacia cosas
cada vez más raras. Que un completo desconocido se preocupe tanto al punto de
llegar con flores es algo de que alarmarse.
¿Eso fue amabilidad?
Tal vez sólo sea entrometido.
Nunca antes había pasado por algo así, máximo después de ser atropellada
alguien toma una fotografía con mi celular y la manda a mis contactos.
Eso es lo usual.
Después de todo, eso lo merezco.
Yo fui quien se arrojó a los automóviles.
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Sabía que pasaría.
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Lo sabía perfectamente.
El significado de esa amabilidad.
Una amabilidad alarmante.
¿Qué motivo a Watanuki-kun a involucrarse en todo eso por su propia
cuenta? ¿Con alguien como yo? Cuando me visito ayer, pensé que era agradable
pero… lo era de nuevo. Después de la manera en que lo trate regreso a verme.
Tengo que disculparme y Watanuki-kun tiene que perdonarme.
¿Es masoquista?
Él parece ser un chico muy desafortunado. Desafortunado en el amor, con
pocos amigos, acosado por el jefe… todo es cierto, lo explica su mirada.
“Raro… siento como si alguien pensara cosas muy absurdas. Debe ser
Yuuko-san”
Murmuraba Watanuki mirando a su alrededor.
Buenos instintos.
¿Pero quien es Yuuko-san?
“¿O tal vez Doumeki? ¡Maldito Doumeki! Ejem… de todos modos
Kushimura-san me conto ayer muchas cosas que me hicieron pensar, mientras más
lo piense es más extraño.”
Extraño.
Lo sabía aun cuando no lo señalara.
“Así que … no quieres hacer nada al respecto?” Me miró.
“¿Qué…?”
“Es decir, no es nada bueno para ti. Esta vez tuviste suerte para sólo
tener una fractura, pero si continuas con esto…”
“¿Si continuo con esto? Caminando con todos esos impulsos que llegaban
inexplicablemente.
También me desconcierta, es un completo misterio. ¿No tengo interés
en mi propia felicidad?
Puede ser cierto. Nunca… he sido tan constante en
cuanto a mi felicidad.
Aparentemente la búsqueda de la felicidad es un derecho universal,
garantizado para todos por igual. Lo que significa que he renunciado a ese derecho.
Y no sólo eso sino que la he pisoteado.
Incluso el negar a mi derecho a vivir
Incluso aunque no quiera morir.
“Quiero hacer todo eso que es prohibido… una forma muy infantil de
expresarlo, pero ese infantilismo lo hace más fácil de comprender. Es la manera
más simple de explicar. ¿Watanuki-kun no te sientes diferente? ¿Incluso con tu
edad?”
“Bueno, creo que puedo comprenderte mientras hablas… pero me resulta difícil
poder creer lo que sientes como una extensión de lo que debería. Siento que ha saltado
también a las vías tiempo atrás”.
Saltar a las vías.
En sus propias palabras, con esa confianza tan real entre ellos. Y tal
vez lo haría de nuevo, estaba en lo cierto.
Regresando al asunto.
“Debo ser fea” dije
“¿… fea?”
“Soy tan diferente de la gente normal. Cada que los veo me siento
enferma de mirarme al espejo”
“¿…enferma?”
“Si. Como lo dices Watanuki-kun. Trato de minimizar el problema diciendo
que todos tenemos impulsos. Pero… eso no es verdad”
Eso lo sé.
Insistía que es normal, normal hasta el punto de lo ilógico que ahora me
hacía tener una pésima condición. Reusaba el tener conexiones con otras personas
normales, sólo con las ordinarias.
No importa que tan lejos fuera, siempre regresaba al mismo punto.
Finalmente dije, “No ser capaz de aceptar la felicidad… es raro ¿no es
así? Pero puedo seguir así. Sólo les causo problemas a las personas que me
rodean. Tal vez, han estado mejor… anteayer, si me hubiera golpeado en la
cabeza y hubiera muerto…”
“¡Absolutamente no!” Watanuki-kun grito furioso. Su apariencia tan
gentil no me hizo imaginarlo de esa manera ahora. Y mordí los labios por lo que
había dicho.
No dije que sería mejor si estuviera muerta.
“¡Probablemente… no es tú culpa, Kushimura-san! Algo malo se apodero de ti
y es lo que causa que tomes tantas malas decisiones. ¡Yo digo que son cosas que
puedes comenzar a hacer! ¡Nada de eso es tu culpa!
“¿Comenzar… a hacer?” Una manera
muy peculiar de decir las cosas.
Aun cuando mire de nueva cuenta mi hombro.
¿Qué hombro será el que esta poseído por un fantasma?
“¡Decisiones incorrectas… oportunidades erróneas… es decir, tratar de
ser feliz es completamente normal! ¡El alejar la felicidad no tiene sentido!”
“Si.”
Honestamente, me quede aquí no porque estoy de acuerdo con él, pero
porque era golpeada con toda su sinceridad. Mi cabeza se balanceaba antes de
poder detenerla.
Pero.
Sabía que este chico era feliz.
Personas que alejan la felicidad no pueden sentir esto. No podía creer
que pudiera ser así, no hay una conexión entre todo, así que el mundo debe estar
desbordando de alegría.
Tan infortunado.
Estaba un poco celosa.
Oh.
Podría sentir como otra necesidad comenzara a surgir.
Watanuki-kun dijo todo eso por mi… me preguntaba ¿qué pasaría si me
molestaba con él? No podía pensar en una razón lógica para evitar lo que dijo
así que sólo tenía que declinar toda esa energía tanto como me fuera posible.
Tal vez darle una cachetada.
¿Qué haría entonces?
Tal vez algo bien… tal vez no.
Algo que me haga feliz.
Tome mi brazo sano. Watanuki-kun noto de inmediato y tomando en cuenta
mi condición enseguida me pregunto si me encontraba bien.
Oh no- No pensé que pudiera resistir ante esa necesidad.
Watanuki-kun enseguida pulso el botón para llamar a la enfermera.
Llamo a la enfermera.
Desde que desperté aleje esa necesidad de mí, sin importar si fuera día
o noche. Porque ahí estaba el botón, uno que no debería presionar. Un botón que
sólo era necesario en casos de emergencias, por eso lo presionaba tantas veces
quisiera. Las enfermeras estaban enojadas conmigo y si Watanuki presionaba ese
botón estaba segura de que pensarían que es otra broma.
Aun cuando no lo era.
Aun cuando no lo era.
Si le doy una cachetada lo suficientemente fuerte como para tirar sus
lentes…
No quiero hacer eso…
No quiero.
No quiero, no quiero, no quiero, no quiero, no quiero, no quiero, no
quiero, no quiero, no quiero, no quiero, no quiero, no quiero, no quiero, no
quiero, no quiero, no quiero, no quiero, no quiero.
No quiero pero no puedo…
“Mírame” dijo Watanuki-kun fuertemente.
Eso fue suficiente para reaccionar.
Pero no lo suficiente.
No pude detenerme por segunda vez.
“Mmm… Kushimura-san” Watanuki-kun dijo mientras yo pensaba en una manera
de pedirle que se fuera sin que sonara tan rudo. “Hay alguien que creo que
deberías conocer…”
Una hora después.
Estaba en la tienda.
La tienda que puede conceder cualquier clase de deseo.